
En 1975 José Antonio Abreu, entonces un joven maestro, empezó a reunir a jóvenes músicos clásicos venezolanos con la intención de facilitar la educación grupal y la formación de una orquesta local, la cual hasta el momento estaba conformada en su mayoría por músicos extranjeros. Lo que empezó con 11 músicos reunidos en un parking subterráneo, es hoy el programa mundialmente conocido como EL SISTEMA donde más de 300.000 niños y jóvenes reciben educación musical gratuita y de la más alta calidad.
El camino ha sido largo y duro pero con los años El Sistema se ha ido desarrollando al punto de abarcar hoy todo el territorio venezolano y llegar, además de absolutamente a todos los centros urbanos, a regiones remotas como las del Estado Amazonas o Los Andes venezolanos. En estos 285 NÚCLEOS (name given to El Sistema schools) que hoy componen El Sistema, los niños y jóvenes reciben además de clases de música, un profundo aprendizaje para la vida basado en el respeto, la disciplina, la solidaridad y la unión, valores fundamentales para el funcionamiento de una orquesta pero aún más para el crecimiento de una sociedad como la venezolana muy golpeada por el crimen, la violencia y las divisiones sociales. He allí el gran logro del programa más allá de lo musical.
El Sistema ayuda a estos músicos a no caer al abismo de la desintegración social y el abandono, teniendo incluso un innovador programa para jóvenes con condiciones especiales tanto físicas (ceguera, sordo-mudos, parálisis) como mentales (síndrome de Down, autismo entre otras) con lo que también brinda un gran apoyo a su entorno al darle posibilidades a sus familiares de contar con actividades extracurriculares seguras y adaptadas.
Más del 70% de estos niños provienen de hogares de clases bajas, de un contexto marcado por las dificultades familiares y la carencia de oportunidades. Como Andrés Eloy, 20 años, quien desde los 6 años vivía en la calle debido a la temprana muerte de su padre y la fuerte adicción a las drogas de su madre. Pero el destino cruzó a Andrés con la música y trajo el programa al orfanatorio donde vivía. Hoy, 8 años después de sus primeras notas, la trompeta de Andrés cuenta cómo la música ha llevado su vida por un camino de alegría, cultura y paz. Andrés es hoy además de músico, profesor de los alumnos más jóvenes de las orquestas infantiles de su Núcleo.
Se aprende y se enseña, la transmisión de conocimientos es continua y es común ver a jóvenes músicos de las orquestas más distinguidas de Venezuela, trabajando en Núcleos de diferentes zonas del país e incluso representando en el mundo, no sólo su talento musical, sino el resultado del uso del arte como herramienta de cambio y superación social. Tal como lo hace Gustavo Dudamel, premiado director musical hijo de El Sistema y hoy a cargo de la Orquesta Filarmónica de Los Angeles o como lo hicieron el año pasado cientos de jóvenes venezolanos pertenecientes a 9 diferentes orquestas que se presentaron en el Festival de Salzburgo, el más importante históricamente y cuya directora Helga Rabld-Stalder declaró “estamos orgullosos de haber invitado a El Sistema como ejemplo vivo de que el arte puede cambiar la vida”. Sí, ha cambiado miles de vidas y si le damos la oportunidad y el impulso continuará haciéndonos llegar notas de paz y unión.